sábado, 6 de septiembre de 2008

Ser un líder con sentido común

1. Conózcase a sí mismo. Todos los líderes deberían saber que en realidad son cinco o más personas: Son quienes son; son quienes creen ser; son quienes sus jefes creen que son, y quienes sus subordinados creen que son. Los líderes que se esfuerzan por tener retroalimentación de varias fuentes tienen mayor probabilidad para entender y controlar a sus diversos “yo”, y ser mejores líderes.

2. Desarrolle dureza mental. Un líder debe ser brutalmente honesto con sí mismo, o caerá en el terrible hábito del autoengaño. Aún los mejores líderes cometen errores. Al reconocerlos y corregirlos rápidamente, un “buen” líder se puede convertir en uno “espléndido”.

3. Sea magnánimo. Los líderes que comparten su conocimiento y su tiempo pueden lograr cosas extraordinarias. Los mejores entienden que el liderazgo es la liberación de talento, de modo que ellos ganan poder no sólo al dar el suyo, sino al no tomarlo de regreso.

4. “Vea” con sus oídos. La habilidad más importante para los líderes es escuchar. Los introvertidos tienen una gran ventaja porque tienden a escuchar con calma y usualmente no interrumpen la conversación. Muchos directivos se concentran en pensar lo que dirán, en vez de escuchar lo que dice su interlocutor en ese momento.

5. Confíe en sus instintos e impulsos. Si algo huele mal, suena chistoso o le causa insomnio, échele otro vistazo. Sus instintos, combinados con su experiencia, pueden prevenir que usted y su organización caigan a un barranco.

6. Aprenda de los fracasos. Se aprende más de los fracasos que de los éxitos. Como resultado, usted se convertirá tolerante de las fallas honestas de otros. Cuando enfrente un fracaso mayor, intente tratarlo como una maravillosa experiencia de aprendizaje, porque seguro en eso se convertirá.

7. Proteja a los innovadores. Durante tres años, Smith tuvo bajo sus órdenes al coronel Jack Jacobs, a quien consideraba la persona más innovadora que había conocido. Más del 50% de sus ideas eran espantosas, pero entre esa maraña se hallaban perlas de gran sabiduría. Había que proteger a Jack y a la organización de sus malas ideas, a la vez que se le motivaba a que presentara todas sus ocurrencias, para extraer las que eran geniales.

8. Cuidado con la certeza. Hay que ser un poco escépticos con aquéllos que afirmar estar “totalmente seguros con su posición”.

9. Sea decidido. Los líderes de alto rango deben tomar decisiones prudentes cuando sólo tienen un 60% de la información requerida. En cambio, los líderes que demandan casi toda la información disponible, retrasan sus decisiones por meses o años.

10. No se vuelva “indispensable”. Las organizaciones necesitan instituciones indispensables, no personas. Por tanto, los líderes no deberían permitir convertirse en indispensables, ni dejar que ninguno de sus subordinados lo haga.

11. Evite la cobardía del silencio. Durante reuniones, algunos líderes se sientan sobre sus manos cuando llega el momento de levantarlas para hablar. El liderazgo requiere coraje para hacer olas y para hacerle ver a los jefes cuando están mal.

12. Combata la paranoia. Acepte las críticas y ayude a la gente a entender que está bien tener “riñas amorosas” dentro de la organización. La lealtad y la crítica se soportan mutuamente, mientras que la lealtad rastrera es mortal. Nunca atribuya a la malicia aquello que se puede explicar con la estupidez.

13. Oriéntese a las metas. Los líderes, incluso a niveles bajos, deben tener metas a largo plazo para el personal a su cargo y para la organización. La gente quiere saber a dónde va y en qué orden de prioridad.

14. Siga la Regla de Platino. “Trate a otros de la forma que les gustaría ser tratados”.

15. No desperdicie el tiempo de las personas. La mejor pregunta que un líder puede hacer a un subordinado durante una junta es: “¿Cómo estoy desperdiciando tu tiempo?”. No todos le responderán, pero celebre a aquellos que sí lo hagan, porque eso le ayudará a crecer y a prosperar como líder.

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